viernes, 12 de agosto de 2011

El 3er estado

En estos últimos años en los que mi única y última meta visible (solo para mí) ha sido encontrar alguna respuesta, algo en lo que creer, así como para dejar de hacerme daño al no tener fe, puede decirse que lo he pasado algo mal, como yo he dejado claro anteriormente.
Han sido (son y seguirán siendo) años en los que a todo esto, e influido por el catastrofismo típico de mi madre (con anterioridad su madre, y ya de ahí a saber), le he puesto el nombre simple y ambiguo de "depresión".
Mil puertas a elegir, colocadas en horizontal sobre un vacío incoloro, separan una vida recta e "inconsciente" de donde estoy parado ahora (y en movimiento al fin).
Este nuevo escrito se inspira en alguna especie de "revelación" que tuve ayer y que, sin haber tenido tiempo de madurar, plasmo aquí para una futura comparación de ideas, junto con la siguiente revelación (que la habrá). Baso este texto en un continuo cambio en busca de alguna especie de armonía espiritual, donde, desde un primer "big bang" de confusión, las partes de un todo se han ido aclarando (sin llegar de ningún modo a minimamente clarificarse por completo). También debo aclarar que estas son mis ideas, surgidas directamente desde la razón a modo cartesiano, sin previa investigación en ideas ni experiencias ajenas. Primero remontémonos 2 años atrás.

Aquel viaje a Barcelona, cuya constancia he dejado algunas entradas más abajo, fue (por poner alguna fecha) el comienzo de esta aventura mental de la que intento huir, desesperadamente a veces.
Tras una infancia y adolescencia donde nada terminó de encajar, donde algo siempre parecía estar de más o de menos, una patada en la cabeza desordenó todas mis ideas.
Un año entero estuve solo, sin poder encontrar significado a nada, sin poder compartir ni un resquicio de esta confusión con ningún alma en pena. Ahora me doy cuenta que me rodeé en aquel tiempo de ciertas personas con las que pude haberme aventurado hacia lo desconocido, juntos. Era mayor la "depresión" por la incomprensión que el esfuerzo en encontrar comprensión en aquellos en los que pude ver la punta de mi (nuestro) iceberg.
Perdido en tal marea de ideas, donde ya ni los placeres físicos, u otros tales como el amor, tenían cabida en este, mi mundo, dejé a mi exnovia, dejé de confiarles mis "rayadas" a ciertas personas... y me centré en encontrar la verdad de la mano de alguien, alguien desesperadamente. Conocí a un par de amigos que me dejaron entrar, entendieron parte de mi mundo, y encontré yo un espacio donde volcar algunas de las ideas que iban viniendo con más claridad a mi verbo, escaso todo sea dicho.
De ahí a un tiempo conocí a Jenny, y poco después el LSD.
No voy a ponerme a hacer de ningún tipo publicidad de esta droga, y ese sería ya otro tema a debate dada la fama (tanto negativa como positiva) de "las drogas" en esta sociedad actual y en esta época en concreto.
Tan solo encontré un sitio y un momento donde unir, con una facilidad impresionante, piezas de este puzzle, de esa roca firme que explotó en millones de pedazos tiempo atrás.
En uno de estos viajes acuñé, junto a Jenny, una palabra que me ayudó a descubrir a mucha gente en un estado similar sino igual al mío: "LA DUDA".
Al hablar de la duda muchas personas que he sabido ver y en los que he notado una especie de energía de un color similar al mío (no en el sentido de los colores de la energía positiva y negativa, tema otro de debate) se acercaron a mí y quizás entre ellos con una facilidad asombrosa.
Debo decir también que en aquel año de absoluta soledad mental, apuré hasta el máximo aquel sentimiento de superioridad que siempre tuve de alguna manera u otra sobre el resto de la humanidad. Estaba ciego y no pude ver más allá de mi ego.
Ahora, abriendo los ojos poco a poco, consigo ver en los demás un estado de consciencia similar a la mía.
A raíz de "LA DUDA" acuñé otros conceptos como "consciencia" e "inconsciencia".
Inconscientes los que llevan una vida recta, los que dicen que al conocernos a nosotros, conscientes, acaban admitiendo que no piensan. Se limitan a vivir en línea recta, tienen metas alcanzables mediante el esfuerzo y el trabajo. Viven de manera práctica, solo sufren por amor, por decepción, por imposibilidad física, por ver sus sueños frustrados.
Un caso típico de inconsciente es el del deportista: generar endorfinas o como se le quiera llamar (no soy de ciencias como se puede observar) dicen que te hace estar feliz. Yo creo que simplemente al hacer deporte mantienes la mente apagada, o filtrada hacia un único punto: el esfuerzo físico. Desde ahí, y para más, la energía genera más energía, y mientras más energía, más ocupada está la mente en gastar esa energía físicamente. Menos tiempo aún para pensar.
También trabajar, mantener la mente ocupada, no te deja pensar. Una vida dedicada al deporte, a trabajar o más aún, a aferrarse a la idea de alcanzar tus sueños, te mantiene la mente ocupada con temas, digamos más "banales" (no en el sentido negativo de la palabra).
Hace poco leí una frase inteligente, una frase dedicada a la vida: "La distracción más bonita: el trabajo".
También debo decir que existen inconscientes que nos conocen a nosotros, conscientes, saben de nuestra existencia, y aún sin haber llegado a nuestro estado, saben que no quieren llegar: nos han visto sufrir, nos han visto vagar en la nada y sin llegar a nada.
¿Puedo volver a la inconsciencia y dejar de sufrir? ¿Puedo volver al pasado e intentar evitar que el puzzle se desarme? ¿que la roca no explote en tantas partes? ¿que los caminos dejen de bifurcarse hasta las ganas de terminar con todo? La solución menos deseada pero más fácil: la muerte. Pero... ¿puedo ir más arriba?

Mucho tiempo he estado estancado en esta idea, estrellado contra un muro de púas y sangre, sin poder retroceder o avanzar.
Una vez más intenté juntar piezas con LSD. No tuve éxito, sino que me clavé más en estas ideas.

Ayer tuve otra revelación que me ha hecho avanzar en esta idea, en este camino hacia algún objetivo que pueda ser entender algo de algo.
Un amigo nos ofreció a Jenny y a mi un viaje de setas. Hacía tiempo que no volvía a intentar ordenar las piezas. En realidad no quería arriesgarme a clavarme más y más, como ya venía haciendo todo este tiempo. En realidad nunca había probado las setas y creí que solo sería algo visual. Nunca me lo habría imaginado como "un tripi light".
Fuimos a tomarlas al bosque. Cuando noté que se destapó el tapón mental del día a día (sabréis de lo que hablo los que hayais tenido estas experiencias) me dí cuenta en lo que me había metido: una nueva búsqueda dentro de mi cabeza, un nuevo intento de reordenar las piezas. En un primer momento odié encontrarme en aquel estado, pues pensaba que se me vendría el mundo encima pasado el efecto, y que mi día a día, mi vida posterior, sería una pesadilla. Pero para mi suerte y sorpresa, un par de palabras clave de mi amigo me hicieron tener esta a la que llamo "revelación" (que no es más que un nuevo acuñamiento de términos que explican, o me explican, la realidad (la mía), y hacen que el puzzle siga formándose y que los ladrillos del muro empiecen a desvanecerse. Puedo pasar ahora a una siguiente etapa en mi vida, tan basada casi por completo en esta búsqueda de la verdad, de mí verdad.

A partir de "LA DUDA", la inconsciencia y la consciencia, y recordando rumores de oídas de términos como Nirvana, bien de boca de inconscientes que lo ven como alguna locura religiosa, bien de boca de conocidos conscientes que se lo han tomado enserio en algún momento, he creado otra imagen de lo que es el mundo en mi cabeza, basándome siempre en la idea de salir de aquí, salir de esta visión de ultratumba, negra como la noche, con firme visión optimista hacia el futuro, por y para siempre.
La humanidad se divide en 3 estados o escalones: La inconsciencia, la duda y la consciencia.
La inconsciencia ya está explicada creo que de sobra, aunque solo me vayan a entender los que estemos en el estado de "la duda", ahora en minúsculas pues ya carece de importancia. Como a mi me pasa, no creo que mucha gente goce de la vida en su plenitud estando en el estado de "la duda". Por eso, y al ver la imposibilidad de bajar hacia el primer estado, la inconsciencia, me figuro que algo debe significar todo eso que se habla por lo bajo o sin entender sobre el "nirvana" y algunos otros términos budistas. Debo decir que poco he leído sobre el tema, pero lo suficiente y de varias fuentes para darme cuenta de que tal cosa se refiere al tercer estado al que no hemos llegado aún.
Llegar al segundo estado, "la duda", puede tener que ver con cierta educación, con ciertas experiencias o simplemente por el excesivo uso de la razón debido a la poca ilusión por las cosas materiales, la vagancia hacia el trabajo, y/o la imposibilidad física por falta de energía. Con esto quiero decir que puede ser fácil llegar a ella, aunque no creo que ni un 5% de la población mundial se vea afectado, por lo menos dentro de esta cultura nuestra que es la occidental, y que es la que conozco.
Llegar al "nirvana" significa alcanzar tal estado de plenitud, tal armonía con el todo, tal separación del "ego" y la visión del mundo, que el única final de la senda sea la nada. No querer ver más, pues no hay más Un camino simplemente hacia la muerte. Para qué seguir viviendo tras haber alcanzado tal punto. No es algo que yo pueda imaginar, pero es algo a lo que pudiese aspirar, dado un punto de extremo choque contra la realidad que parece rodearme.
Caminar por la llanura del primer estado es ser un humano perfecto, es comportarse como la naturaleza ha querido que nos comportemos. No necesitamos indagar tanto en la nada. El hombre necesita comer, dormir, amar, gozar, caer, levantarse, crear, mejorarse, trabajar... y todo para que el mundo siga su curso, con guerras, con movimientos sociales, con nuevas tecnologías, con nuevas formas de pensar (basadas en lo práctico, nunca en aquello que nos haga sufrir).
Pero los que hemos llegado al segundo estado necesitamos subir al tercero, pues no podemos bajar al primero y volver a la inconsciencia. Es una especia de maldición que nos ha tocado vivir, y que para eliminar debemos alcanzar el tercer estado, la verdadera "consciencia", la supresión del "yo", dejar de sentir, ni sufrimiento ni goce, simplemente fundirse con el universo, con el todo y llegar a la nada.
Como ya he dicho no es algo que pueda imaginar, pero sería una única salida al sentir la imposibilidad de bajar al primer estado, que sería lo que más deseo.
Todos nosotros los del segundo estado, llevamos una vida aparentemente similar a los del primero, pero solo entre nosotros tenemos algún momento de desahogo frente a una vida que intentamos vivir, que queremos vivir con toda nuestra fuerza. Algunos consiguen resignarse, en el sentido de adaptarse positivamente a la vida, intentar llevar una vida "normal": Codearse con esta inmensa mayoría de inconscientes, buscar relación con ellos, otras vías de unión que no solo sean mentales, sino afectivas, de confianza, de trabajo. Al fin y al cabo nos utilizamos unos a otros con fines prácticos tanto para unos como para otros. En ese sentido aún sabemos vivir en sociedad. Pero a veces "la duda" ataca y toda esa red que hemos tejido alrededor de las piezas, ya no para juntarlas, sino para que no se escapen, se evapora en el abismo. Algunos lo hemos llamado depresión, otros se aprovechan de ello para crear, para diferenciarse de un mundo en continuo carnaval y saltar al vacío desde el optimismo más puro.



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